El 12 de octubre, sinónimo de luto y dolor para los pueblos originarios”, COONAPIP
“No hay nada que celebrar…”, así se expresa Marcelo Guerra, Presidente de la Coordinadora Nacional de los Pueblos Indígenas de Panamá (COONAPIP), refiriéndose al 12 de octubre, que el mundo occidental celebra con diferentes definiciones como “El Día del Descubrimiento de América”, “El Día de la Raza”, “El Encuentro de Dos Mundos”, “La Conquista del Mundo”, en otros.
“Nosotros no celebramos la masacre de nuestros hermanos que inició cuando Cristóbal Colón llegó perdido y sin orientación a Abya Yala y aumentó durante la colonización”, argumentó Guerra.
El dirigente indígena panameño, Presidente de la organización COONAPIP que aglutina a los siete pueblos originarios y los 12 consejos y congresos de los territorios indígenas del país, sostiene que el genocidio de ayer, que llenó de luto a los pueblos originarios sigue siendo ese triste recuerdo que se vive hoy con la discriminación, la marginación y el irrespeto a las culturas y tradiciones de los pueblos indígenas en toda Abya Yala.
“Son 530 años desde la masacre y exterminación de nuestros pueblos ancestrales en este continente y los pueblos originarios en Panamá siguen su lucha por defender y hacer valer sus derechos a la vida dentro de su cosmovisión, el derecho a la tierra, su cultura, su idioma, su propia sobrevivencia, y la necesidad de contar con las oportunidades que puedan cambiar el devenir de sus nuevas generaciones”, advirtió Guerra.
Explicó que las autoridades tradicionales de la COONAPIP han mantenido una constante lucha y denuncia de situaciones puntuales que los afecta como: la negativa del gobierno a ratificar el convenio 169 de la OIT, las usurpaciones de tierras habitadas ancestralmente por los pueblos indígenas, las ocupaciones ilegales de sus territorios por colonos no indígenas.
Además, la tala indiscriminada de sus bosques para agricultura de monocultivo y ganadería extensiva dentro de áreas protegidas y con vocación no agropecuaria, el desconocimiento por el gobierno de sus culturas y tradiciones, el incumplimiento de implementación de las sentencia internacional de la CIDH, que favorecen a los territorios de Alto Bayano y Madungandí, la falta de respuesta a la solicitud de títulos colectivos de sus tierras como lo establece la ley 72 de titulación colectiva de tierras, la falta de respuesta a la demanda de las necesidades básicas de educación, salud, infraestructuras comunitarias, entre otros hechos denunciados.
Un caso particular, es la lucha permanente del pueblo Bri Brí por su tierra, que en reiteradas ocasiones ha solicitado la titulación colectiva de su territorio, peticiones que han sido negadas por el gobierno, sin embargo, a personas foráneas, con gran premura, sí le han otorgado títulos de propiedad individual casi de manera inmediata, hechos que han sido denunciados a nivel nacional e internacional, por lo que hoy la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha emplazado al gobierno nacional para que respondan sobre estas violaciones a los derechos humanos del pueblo Bri Brí.
Marcelo Guerra sostuvo que luego de tantas luchas y acciones de calle, el gobierno nacional aceptó sentarse con los pueblos indígenas y se creó la Mesa de Alto Nivel de los pueblos indígenas, para atender la demanda de los pueblos originarios en general; sin embargo, sostuvo que todavía no hay resultados, y ahora que las acciones se están tomando forma, se recibe la noticia, de un cambio de quien lidera el proceso en el ministerio de gobierno.
“Los pueblos originarios de Panamá siguen esperando respuestas concretas, positivas y reales de la Mesa de Alto Nivel con el gobierno, hemos sido pacientes, sin embargo, el tiempo transcurre y los pueblos originarios de Panamá no pueden seguir esperando por siempre. Ojalá este cambio de encargado en el Ministerio de Gobierno no represente un retroceso en los compromisos de Estado y se retome con más fuerza la ejecución de los acuerdos”, sentenció Marcelo Guerra.
Concluyó el dirigente de la COONAPIP que este 12 octubre sigue siendo un amargo recuerdo para los pueblos originarios de Panamá y el mundo que aún vive avasallado por el racismo, la discriminación, la pobreza, la falta de oportunidades y sumidos en un abandono institucional por los gobiernos de turno.